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Nuevamente es el momento en que muchas personas hacen las resoluciones de Año Nuevo. «Seré más caritativo», «Aprenderé un nuevo idioma», «Aprenderé a tocar un instrumento», «Reduciré el tiempo de juego en la computadora», «Estudiaré más», «Comeré alimentos más saludables», «Voy a hacer más ejercicio”, y así otras. Y para mucha gente, esos «compromisos» se quedan así a lo largo del año: no pasan de ser «resoluciones de Año Nuevo».

¿Significa que no tenemos lo necesario para hacer realidad esas resoluciones?

No, no significa eso. Tenemos lo que se necesita … Nosotros, los seres humanos, tenemos las cualidades; solo que a veces estas no están completamente «maduradas». Entonces, solo necesitamos desarrollarlas un poco más.

En primer lugar, sintamos el deseo de mejorar. Ciertamente, si estuvimos lo suficientemente concentrados como para sentarnos y escribir una lista de resoluciones, es muy probable que ya sepamos los beneficios que esas acciones traerán a nuestras vidas. Tal conocimiento debería ser suficiente para motivarnos a continuar en esa dirección. Entonces necesitamos estar decididos a lograr los resultados que queremos. Si eso suena demasiado suave, entonces comprometámonos a hacer lo que sea necesario. Por ahora, sabemos que podemos hacerlo, y eso nos hace optimistas. Tal optimismo nos dará la fuerza suficiente para perseverar hasta que logremos los resultados que queremos y nos enfoquemos en superar los obstáculos que seguro encontraremos (por supuesto, habrá obstáculos, nuestra propia pereza será uno de ellos; o falta de tiempo si nos ponemos muchas resoluciones).

Quizás también necesitamos ser un poco más técnicos. Tenemos que tener un plan: qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo. Eso nos dará claridad. Por ejemplo, en lugar de «Voy a hacer más ejercicio», podemos comprometernos a «hacer ejercicio una hora, de lunes a viernes, de 6 a 7 am, en el gimnasio de la primera avenida». Esa es la meta, pero seamos claros en los pasos a seguir para llegar a esa meta; por ejemplo, es posible que tengamos que registrarnos en el gimnasio de la primera avenida como primer paso (¡o consultar nuestro estado físico con un doctor!). Y una vez que demos ese primer paso, el segundo, el tercero y el cuarto se harán mucho más fáciles.

Al final del año, nos complacerá mirar los resultados obtenidos, solo para sentirnos fortalecidos por dentro, con el sentimiento gratificante de haber desarrollado más profundamente esas cualidades y virtudes que, al final, están destinadas a ser la base para seguir mejorando en los próximos años y ¡a lograr nuevamente las resoluciones de Año Nuevo 2020!

¡Feliz año nuevo!