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Compárate con los mejores

diciembre 12, 2021

EDUCACIÓN, GENERAL

¿Eres de los que piensan que no debemos compararnos con nadie?

Es un pensamiento totalmente válido, porque somos individuos únicos. Pero si bien es cierto que a pocos les gusta ser comparados, también es cierto que a muchos les gusta comparar. Comparan hermanos, amigos, plomeros, estudiantes, profesores, cantantes, cocineros, actrices, conductores, sacerdotes, pecadores y hasta criminales; conscientemente o no. Y lo hacen en acciones, logros, gustos, pensamientos, carácter, inteligencia… y hasta en la ropa que llevan.

Vivimos en un mundo competitivo; y donde hay competencia, hay comparación. En su forma más simplista, comparamos para escoger… normalmente al mejor. Reconozco que muchos no quieren caer en este juego de comparación – selección, pero creo firmemente que ellos sí quieren ser exitosos y buenos en lo que estén haciendo. Comparándonos con los mejores, y aprendiendo de ellos, es una forma de lograrlo.

Podremos seguir rechazando el comparar y/o el ser comparados, pero la cruda realidad es que seremos comparados. Seremos promovidos si el jefe considera que somos los que estamos mejor preparados. Nos llevaremos a casa el trofeo si fuimos el que mejor se desempeñó en el torneo. Nos contratarán por segunda vez si ofrecemos un mejor servicio. Nos pedirán consejos si demostramos gran sabiduría. Y así hay muchos ejemplos en los que seremos los protagonistas de esas comparaciones, seamos amigos, plomeros, estudiantes, cantantes, cocineros, etc.… lo que sea.

Entonces, ¿por qué no hacerlo nosotros antes de que alguien más lo haga? No se trata de comparar nuestras propias individualidades, definidas por nuestros propios caracteres y personalidades, mucho menos intrascendencias como el corte de pelo o el vehículo que manejamos. Tampoco es comparar por comparar o por sentirnos bien o mal; esto solo nos puede hacer caer en sentimientos de envidia, lástima, conformismo, orgullo, arrogancia, de superioridad o inferioridad, etc.… dependiendo de qué lado caemos en esa comparación. Se trata de comparar las acciones y las conductas que nos lleven a mejorar en lo que hacemos. El objetivo es acelerar el proceso individual de mejora continua y esto ocurre comparándonos y aprendiendo de los mejores. No solo ganaremos tiempo y evitaremos frustraciones, sino que también aprenderemos nuevas técnicas, tendremos más conocimiento, adoptaremos enfoques más asertivos, ganaremos contactos relevantes, usaremos formas más adecuadas de medirnos, viviremos con menos tribulaciones, etc. Eventualmente, estaremos comparándonos contra nosotros mismos, al ver cómo mejoramos con el tiempo.

Examina la acción, no al actor

Nunca te compares con los peores, ni siquiera como consuelo o para saber cómo no hacer las cosas. Siempre habrá el que lo hizo peor que nosotros. ¿Nos consolaremos al compararnos con quien no aprobó el examen? ¿Seremos felices porque no fuimos los últimos en las ventas del mes? ¿Nos sentiremos libres de culpa porque somos como aquellos que miran hacia el otro lado para no ayudar a quien lo necesitase? Aprender de estos sería elegir el camino largo y empedrado, y sin ninguna garantía de éxito.

Enfoquémonos siempre en ser mejores personas… en ser hoy mejor que ayer y mañana mejor que hoy.  

 

Foto del banner y portada por Pietro Rampazzo (tomada de Unsplash.com)

Foto interna por de Gabin Vallet (tomada de Unsplash.com)

 

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