En ese orden de ideas, cuando Sonely, mi esposa, me dijo que ella era un sicómoro, el árbol en que Zaqueo se montó para ver a Jesús pasar, un árbol que su función y repercusión quizá nunca nadie imaginó, me pareció que era un buen nombre para lo que quería hacer: un instrumento más para que los jóvenes sean mejores personas para con los demás y estén más cerca de Dios, tal como el árbol de sicómoro le sirvió a Zaqueo. De ahí nace Sicamor.