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LOS PRINCIPIOS DE SICAMOR Introducción

“Árbol que crece torcido

nunca su tronco endereza

que se hace naturaleza

el vicio con que ha crecido”.

Es probable que todos nosotros hayamos recibido mucho amor, consejo, modelo y educación de parte de nuestros padres y maestros durante nuestra infancia y adolescencia; y quizá aún es así. Y si es así, ¿por qué muchos de nosotros todavía sufrimos? Ciertamente, ese sufrimiento puede que no sea permanente, pero seguro lo tendremos durante algunos períodos a lo largo de nuestro crecimiento personal.

Podemos superar todos los obstáculos que encontremos en el camino, si tenemos la fortaleza y la preparación necesarias. Pero no podemos hacerlo solos. La realidad es que dependiendo solo de nosotros mismos no llegaremos demasiado lejos; dependiendo solo de nuestras fortalezas no lograremos nada. Necesitamos ayuda celestial y terrenal para adquirir conocimiento y sabiduría.

Cuando fallamos en algo para lo cual pensamos que estábamos preparados, nos damos cuenta de que todavía somos débiles y que necesitamos continuar aprendiendo. Efectivamente, podremos tener las fortalezas necesarias para enfrentar cualquier situación en la vida, si conocemos nuestras debilidades y continuamos desarrollándonos. Con conocimiento y sabiduría, los errores y fracasos no nos desmoralizarán y, a la vez, nos permitirá seguir adelante. Contemos siempre con que Dios nos presentará innumerables oportunidades para obtener todo lo que necesitamos.

“El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre”.

Salmo 23:1-3

También Dios nos dio libre albedrío para decidir si aprovechamos las oportunidades o no. Por supuesto, cada oportunidad también presentará desafíos, pero eso tampoco debería desmoralizarnos. Aprovechar esas oportunidades nos traerá frutos para nosotros y más ,pues somos parte de una familia, una sociedad, un país y un planeta. Podemos entonces imaginar el alcance y los beneficios provenienes de esos frutos que producimos cuando nos comportamos correctamente.

Es cierto que todos somos únicos, cada uno de nosotros con pensamientos, sentimientos y comportamientos propios, moldeados no solo por la genética, sino también por los aprendizajes que acompañan las circunstancias en las que crecemos, las relaciones que nos rodean y las experiencias por las que pasamos. Pero, independientemente, con conocimiento y sabiduría, no nos desviaremos del camino correcto, el que está iluminado y que nos lleva a vivir una vida que dará frutos.

Usemos bien nuestro libre albedrío. La elección entre la vida y la muerte es nuestra, y debemos elegir correctamente.

 

“Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don gratuito de Dios es la vida eterna, en Cristo Jesús, nuestro Señor”.

Romanos 6:23

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